Las devotas católicas que destaparon la red de sacerdotes pederastas

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AFP
Villavicencio, Colombia

Una orden del Vaticano llevó a dos fervorosas fieles a destapar una cruel red de pederastia en Colombia con 38 presuntos agresores. Los sacerdotes llegaron a rotarse a una de las víctimas en una trama que ya llegó a oídos de la Santa Sede.

Hasta Villavicencio, una ciudad de medio millón de habitantes a 123 kilómetros de Bogotá con una catedral en la plaza central, llegó la instrucción del papa Francisco.

En 2019 el obispo Óscar Urbina quedó a cargo, por pedido del papa, de indagar sobre los eventuales abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

El prelado se apoyó en Olga Cristancho (68 años) y Socorro Martínez (59): la primera, una avezada exfiscal y la otra, una exfuncionaria de la Procuraduría con experiencia en investigación de masacres.

Al poco tiempo se alejaron de Urbina con la sospecha de que encubría a los religiosos y se lanzaron a investigar por su cuenta. “Nunca se me pasó por la mente” lo que descubriría, confiesa Cristancho a la AFP en una entrevista.

Son al menos 20 víctimas. El escándalo creció con el libro “Este es el cordero de Dios” del periodista Juan Pablo Barrientos, a quien han tratado de censurar.

Barrientos profundizó en los hallazgos de las dos investigadoras y el año pasado publicó los testimonios y pistas que comprometen a 38 sacerdotes de la Arquidiócesis de Villavicencio en actos abusivos o acceso carnal. La Iglesia apartó discretamente a 20 de ellos y dos más están en prisión.

Algunos son señalados de incluso inducir a una de las víctimas a la “prostitución”, confirmó a la AFP el padre William Prieto. “Ya le tocará a los tribunales, tanto judiciales en el plano civil como en el canónico, dar un veredicto”, agrega el portavoz de la Arquidiócesis. La fiscalía declinó hablar sobre los procesos que salpican a la poderosa Iglesia en un país de mayoría católica.

“Se los rotaban”

En Villavicencio, Cristancho guarda una Virgen María de yeso en el jardín de su casa. Aún se siente “consternada” por los abusos que ayudó a develar.

Como fiscal había desenmascarado a Luis Alfredo Garavito, el mayor depredador sexual y asesino de menores de Colombia (172 víctimas).

Ya jubilada aceptó la invitación del obispo Urbina. “Me dijo que diera cumplimiento a unas directrices muy puntuales y muy importantes que había dado Su Santidad”, evoca.

Junto a su compañera recopiló las “pruebas” al estilo de “Spotlight”, la premiada película que reconstruye la investigación periodística en Estados Unidos sobre curas pederastas. Recuerda conmovida a una de las víctimas que le contó cómo los sacerdotes se lo rotaban desde los 15 años.

Entre ellos manejaban un santo y seña, “que era un CD (disco compacto)”. Uno le decía a otro “ahí le mando ese CD, pero (en realidad) era como ‘ahí le mando a ese muchacho que se le puede hacer alguna propuesta (…) y la va a aceptar seguramente por las necesidades que tiene'”, relata.

Las dos mujeres enviaron al Vaticano el resultado de sus investigaciones, y todavía esperan respuesta. Bajo la misma directriz papal, la Iglesia en Francia reveló que unos 216.000 menores fueron víctimas de sacerdotes entre 1950 y 2020.