Zulekha Nathoo, BBC Worklife
Cada oficina tiene normas sociales tácitas sobre cómo se espera que los trabajadores se sientan en una situación determinada y cómo se deben mostrar esos sentimientos.
Se conocen como “reglas de sentimientos” y están tan arraigadas en nuestras interacciones sociales y laborales que rara vez les prestamos atención.
Por ejemplo, cuando un colega anuncia que está comprometido, las reglas del sentimiento dictan que debes mostrar felicidad. Cuando tu jefe dice que el equipo acaba de perder una cuenta, el sentimiento apropiado podría ser frustración o incluso ira.
La decepción relacionada con el trabajo a menudo se tolera, especialmente si se combina con la intención de encontrar una solución.
Pero no todas las muestras de emoción se tratan por igual, los expertos dicen que lo que se considera y no se considera ‘apropiado’ puede depender del trabajador.
Ya sabemos, por ejemplo, que las mujeres que alzan la voz en un entorno profesional pueden ser percibidas como beligerantes, mientras que un hombre que se comporte de la misma manera sería visto como asertivo o incluso como un líder.
Sin embargo, la investigación sugiere que no solo existe una brecha de género con respecto a las reglas de sentimientos, sino que también existe una discrepancia racial.
Los datos sugieren que cuando los trabajadores afrodescendientes muestran emociones, sus sentimientos pueden provocar una respuesta diferente en comparación con los trabajadores blancos que muestran las mismas emociones.
Te das cuenta en la mirada
A lo largo de los años, múltiples estudios han demostrado cómo las reglas de los sentimientos se aplican de manera diferente a hombres y mujeres.
La conclusión consistente es: las personas juzgan emociones como la ira, la tristeza y la frustración mucho más duramente cuando las muestra una mujer que si lo hace un hombre.
Los investigadores han encontrado que las mujeres que lloran en el trabajo pueden verse como débiles o poco profesionales, mientras que la gente asume que los hombres están lidiando con factores externos detrás de las lágrimas.