El ‘convoy de la libertad’ toma Ottawa: -Porqué protestan los camioneros?

Internacionales
OTTAWA, Canada

Desde hace más de una semana, la capital de Canadá está tomada por decenas de camiones y manifestantes que bloquean las principales avenidas del centro en protesta por las restricciones del Covid-19. El alcalde de Ottawa, Jim Watson, tuvo que declarar el domingo el “estado de emergencia” ante una situación “fuera de control”, con la esperanza de que esa declaración, que refleja una situación de peligro, sirva para logar “apoyo de otras jurisdicciones”, según el propio Watson afirmó. ¿Qué ha pasado en los últimos días y por qué protestan los camioneros?

¿CUÁNDO EMPEZARON LAS PROTESTAS?

Todo comenzó el 29 de enero, cuando los camioneros empezaron a movilizarse contra la decisión de obligarles a vacunarse del Covid-19 para cruzar la frontera con Estados Unidos. Esta medida, con la que el primer ministro Justin Trudeau pretendía mantener bajo control los positivos relacionados con los desplazamientos, entró en vigor el 15 de enero.

Los camioneros aducen que la restricción -que impedirá entrar al país a todos los que no estén vacunados o les obligará a hacer una cuarentena cada vez que crucen la frontera- llevarán a muchos a perder el empleo. Sin embargo, según la Alianza de Camioneros de Canadá (CTA, por sus siglas en inglés), entre el 85% y el 90% de los 120.000 camioneros que operan en las rutas transfronterizas, están vacunados.

¿QUIÉNES SON LOS PROTAGONISTAS?

Los camioneros, que se hacen llamar el “Convoy de la libertad”, fueron los que convocaron la movilización, pero se les sumaron una multitud de manifestantes que protestaban contra las restricciones sanitarias, tras dos años de pandemia, y contra el Gobierno de Trudeau.

Más de 250 camiones llevan más de una semana aparcados en el centro de Ottawa. Sus dueños han levantado un ‘campamento’ frente al Parlamento, con estructuras de madera, castillos hinchables, orinales portátiles, generadores y hasta hornos de pizza.

¿POR QUÉ LA SITUACIÓN ESTÁ “FUERA DE CONTROL”?

El alcalde de Ottawa reconoció el domingo que los manifestantes “son muchos más que nuestros policías”, y anunció que era necesario “recuperar la ciudad”. Según la policía, no hay medios suficientes para desalojar los camiones, a los que además algunos manifestantes siguen abasteciendo, en particular con combustible, algo que la policía ya está persiguiendo con multas a todo aquel que preste ayuda a los camioneros.

Se han puesto más de 400 multas por el ruido incesante de las bocinas y el uso de fuegos artificiales y la policía asegura estar investigando hasta un centenar de infracciones penales, entre las que figuran delitos de odio, agresiones contra ciudadanos que llevan mascarilla, así como robos y daños a la propiedad pública. Según medios locales, un teléfono local para denunciar delitos de odio ha recibido estos últimos días más de 200 llamadas.

¿CUENTAN ESTAS PROTESTAS CON EL RESPALDO DE LA SOCIEDAD?

Según una encuesta de Abacus Data del 3 de febrero, el 68% de los canadienses sienten que tienen “muy poco en común” con los manifestantes de Ottawa y un 32% tiene “mucho en común”. Por ideología, los que se sienten más identificados con la protesta son los votantes del Partido Popular, de extrema derecha, que defiende posturas contrarias a la migración y es ‘refugio’ de los antivacunas o los defensores del derecho a las armas. Esta formación, fundada en 2018 por un ex diputado del Partido Conservador -Maxime Bernier, apodado ‘Mad Max’ en Canadá-, había sido desde entonces un partido marginal, aunque en las últimas elecciones aumentó significativamente sus apoyos.

Varios periódicos locales relatan estos días cómo los vecinos de Ottawa están sufriendo un gran coste emocional y psicológico por unas protestas en las que los manifestantes se adueñaron del espacio público con actitudes amenazantes. “La incertidumbre y la falta de control solo causan enormes cantidades de estrés, y eso se suma a los factores estresantes crónicos con los que las personas han estado lidiando en la pandemia”, señaló Ivy Bourgeault, profesora de la escuela de estudios sociológicos y antropológicos de la Universidad de Ottawa, en ‘The Globe and Mail’.-