Por: Cristian Ceballos
Era aproximadamente las 7:00 de la mañana del día 10 de agosto del pasado año 2020, cuando mi sobrina Cristal, subió a la habitación informando que mi madre estaba perdiendo el conocimiento, velozmente bajé a la terraza de la casa donde se encontraba, observando que ciertamente estaba haciendo una crisis cardiaca, jamás pensé que ese era el ultimo evento de salud; de tantos que me tocó librar a su lado. De manera rápida llamamos al 911, quienes en minutos se apersonaron a la casa, tomando su presión que estaba muy alta, sugiriendo los médicos de la unidad que la trasladáramos un centro de salud, lo que hicimos de manera inmediata.
Ese fue un día singular, recuerdo que me pidió le hiciera un té, el cual le endulcé con miel de abeja. Todo parecía normal; pero los designios de Dios nadie los conoce, mi madre pronunciaba una frase en cada diciembre: esta es la última cena que estaré con ustedes; siendo ciertamente la del año 2019 la última que pasaríamos junto a ella. Es normal que cuando una persona fallece se haga mención de virtudes en su favor, muchas veces atribuyéndosele algunas de las cuales carece, con mi progenitora no era así.
Matilde Ceballos Ruiz (Providencia) es su nombre, la mujer que me concibió junto a mi padre José Altagracia Lorenzo Araujo, crecí en el sector de Pueblo Nuevo, San Cristóbal, Rep. Dom., junto a mis hermanos: Juan, Sandra, Alfredito, Arelis y Samuel, en el seno de un hogar lleno de amorirradiado por ella. Eran eran tiempos difíciles; veía a mi madre hacer malabares con los pocos recursos que mi padre aportaba a la casa, producto de su salario como militar, en una época donde el sueldo de los militares estaba por el suelo, su sabiduría hacía multiplicar los panes y los peces, en similitud a la palabra bíblica
Hoy mi madre Providencia Ceballos no está, se fue ese lunes 10 de agosto en la mañana, parecía que el reloj se detenía. Al recibir esa noticia mientras esperaba en la sala del hospital Juan Pablo Pina, debí ser fuerte para comunicar a los demás lo que había pasado, Sandra la mayor de mis dos hermanashembras, fue la primera en ser enterada por mí, quien me esperaba en la antesala de la emergencia del Juan Pablo Pina. Analizaba en ese duro momento como comunicar a los demás, sobre todo al Alfredito que estaba residiendo en España; cuyo tránsito desde el momento en enterarlo de la partida de nuestra madre, hasta que pudiera llegar al país,era para mí un motivo de preocupación, entonces hubo que coordinar con la funeraria un compás de espera de 3 días, conservar el cadáver hasta que mi hermano regresara al país.
Han sido 11 meses y 29 días de mucho dolor, en mis momentos de soledad, cuando nadie me ve, pensar en la partida de mi madre me destroza el alma. Solo saber que quienes mueren en cristo solo duermen, me ha dado consuelo y mitigado el profundo dolor que me abate
En cada logro de mi vida ahí está mi madre, y no es casual que así sea, ella fue una mujer ejemplar en todo el sentido de la palabra. Desarrolló hacia mí un amor especial, que nadie en términos seculares podrá superarlo, la vida no me alcanzará para honrarla.
He hablado como hijo, pero en términos humanos y social, mimadre dejó una impronta, marcó a cada una de las personas que por cualquier circunstancia le conocieron. El hambre, la miseria, las carencias de sus semejantes le impactaba de manera directa, su obra filantrópica está ahí, en cada niño, en cada adulto, en cada envejeciente; a quienes se entregó sin pedirle nada a cambio. Veré la imagen de mí madre en el barrio de pueblo nuevo, donde vivió por más de 5 décadas, el sector la lloró con lágrimas salidas del corazón.
Al cumplirse un año de su partida física, pido al supremo creador me permita seguir su legado de bien social, nunca podré compararme con ella. Mami era grande, definitivamente muy grande, no puedo calzar sus zapatos; pero imitar su obra me llena de profunda satisfacción.
Gracias Madre, gracias del alma, no tengo con que pagar todo cuanto hiciste por mí,
Te amaré siempre!