Tras la señal de alarma, la planta aumenta los niveles de peróxido de hidrógeno en el resto de frutas y hojas intactas “para evitar infecciones microbianas del tejido vegetal dañado o como una estrategia para causar la muerte celular en la región afectada”.
Brazil.- Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad Federal de Pelotas (Brasil) publicó un estudio en el que aseguran que los tomates usan señales eléctricas cuando están siendo devorados por insectos para enviar una alerta al resto de la planta, similar a la forma en que nuestro sistema nervioso advierte a nuestro cuerpo sobre posibles daños.
Los sistemas nerviosos humanos utilizan neuronas para enviar señales eléctricas entre diferentes partes del cuerpo. Las plantas carecen de neuronas, pero, según explican los investigadores, poseen tubos largos y delgados llamados xilema y floema para mover la savia entre sus raíces, hojas y frutos. Los iones cargados que entran y salen de estos tubos pueden propagar señales eléctricas alrededor de diferentes partes de la planta de manera similar a las neuronas. Por su parte, la savia actúa como la sangre de los animales, pues tiene un efecto antiséptico y cicatrizante.
Si bieninvestigaciones anteriores habían encontrado que las hojas que están físicamente dañadas envían señales eléctricas a otras hojas, en esta ocasión el objetivo era determinar si lo mismo podía ocurrir con las frutas.
Para probarlo, los científicos colocaron plantas de tomate cherry y orugas de la polilla ‘Helicoverpa armigera’ dentro de jaulas de Faraday, que bloquean los campos eléctricos externos para que no hubiera interferencia ajena con los electrodos que colocaron en los tallos de los tomates.
Los investigadores notaron que los patrones de actividad eléctrica cambiaron durante y después de que las orugas comenzaran a comer. También variaron dependiendo de si los tomates estaban maduros o verdes.
“La actividad eléctrica de la fruta cambia constantemente cada segundo”, explica Gabriela Niemeyer Reissig, autora principal del estudio. Sin embargo, Reissig señala que, cuando un insecto ataca, se produce un patrón distinto en la actividad eléctrica.
Tras esa señal de alarma dada por la fruta, la planta aumenta los niveles de peróxido de hidrógeno en el resto de frutas y hojas intactas “para evitar infecciones microbianas del tejido vegetal dañado o como una estrategia para causar la muerte celular en la región afectada, evitando la propagación de patógenos”, según Reissig.
Los investigadores concluyen que el daño causado por insectos es responsable de grandes pérdidas de producción en todo el mundo, por lo que “es de suma importancia conocer todos los aspectos que involucran las interacciones planta-insecto, desde la perspectiva ecológica hasta la fisiológica, con el fin de desarrollar estrategias eficientes para enfrentar los daños causados por estas”.
Fuente: RT