Perú.- El acto terrorista perpetuado en la selva del Vraem, a pocos días de la segunda vuelta electoral en Perú, tiene un objetivo muy concreto: trasladar el final de campaña al esquema de confrontación de los noventa; es decir, fujimorismo vs. terrorismo.
Las élites mediáticas y el status quo político, concentrados desde la primera vuelta en torno a la figura de Keiko Fujimori, se prestaron, desde el minuto cero, para una lectura con fines electoralistas de esta acción violenta. La candidata de inmediato aprovechó el suceso para oxigenar y redirigir su liderazgo hacia las fuerzas armadas, las instituciones y el ”establishment”, que, al igual que en los ’90, se siente amenazado, solo que ahora por la figura de Pedro Castillo.
El presidente Francisco Sagasti no mencionó a Sendero Luminoso ni a ninguna banda terrorista en concreto cuando habló del hecho. Planteó, eso sí, y en términos generales, la actuación del “narcoterrorismo” como una “plaga” o “pandemia”. En cambio, el general César Astudillo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, apuntó directamente a Sendero Luminoso, asegurando teneridentificados con ese nombre a los autores.
Los medios reaccionaron rápido ante el acontecimiento y dijeron tener “fuentes policiales” que indicaban que era un ataque del Partido Comunista de Perú militarizado por remanentes de Sendero Luminoso. Nada de ello ha sido comprobado, y la Fiscalía ha ordenado una investigación, pero ya se da por descontado por la mediática hegemónica en el país.
Desde que ocurrió el ataque armado, políticos y medios ya sabían qué había pasado y quién había sido el responsable, pidiendo explicaciones a Castillo. Y aunque está aún por determinar quiénes fueron los autores intelectuales y materiales, ya hay algunos detalles que se conocen.